28/4/08

BALKAN FLEXIPASS

El 22 a las 9 a.m. empezamos nuestro viaje por los Balcanes. El plan era empezar por Turquía (3-4 días en Estambul y otros 3-4 por el resto del país), Bulgaria, Macedonia, Albania y volver por Ioannina hasta Atenas, un par de días en cada país. Tenemos 2 semanas de Semana Santa y Pascua.

Tanto Marina como yo habíamos dormido poco, apenas 3h cada una y además nos tocó estar sentadas en las escalerillas del tren, de lo lleno que iba. 6h de viaje durmiendo en una esquina. Al llegar a Tessaloniki (Grecia), donde teníamos que encontrarnos con Natalia (Palamós, España) y Markus (Alemania), empezamos a ver que el viaje no iba a ser todo lo ágil que esperábamos. Nos costaba tomar decisiones y al final éramos Marina y yo las únicas que proponíamos y tirábamos de ellos.

Por fin cogimos el tren nocturno a Estambul, 14h de viaje, contando que 2h las pasamos en las 2 fronteras, esperando a que revisaran nuestros pasaportes. Sabeis que de Vigo a Barcelona son 17h en el tren nocturno?? Bueno, el caso es que en la frontera, buscando mi pasaporte, me di cuenta de que lo había dejado en el bolso, en la habitacion. Y sabeis que se puede cruzar la frontera sólo con el DNI?? Me dieron un papelito, donde estamparon el sello turco, y pude pasar sin ningún problema ni impedimento. Pa flipar. Eso sí, tuve que pagar 10€ de visado, mientras que el alemán no puso un duro, y Marina tuvo q poner 15. Esto de la UE no lo entiendo yo muy bien...

Tren de Thessaloniki a Estambul

Estambul!! En la estación nos esperaba Semih (Estambul) y nos ayudó a buscar el cambio de moneda, desayunar, encontrar alojamiento... vamos, de lujo!! Estuvimos 3 noches por 25€, en el Hotel EMEK, muy bien situado, limpio, con zapatillas para cada uno y todo. Nos lo encontró el hermano de Semih y fuimos nada más visitar Topkapi. Aquí tampoco nos sirvió de nada ni el Carnet de estudiante de Grecia, ni el Carné Xove, ni el de la Universidad ni ná de ná. Vuelvo a no entender de papeles, nos tocó pagar 5€ cada uno. Pero el sitio era precioso, tanto las vistas como los edificios y los mosaicos u objetos que enseñaban. Lástima que nos tuvimos que dar tanta prisa.


Y lo increíble, señoras y señores, fue que la primera comida que hicimos en Turquía, fue en un McDonalls!! Si, increíble pero cierto... Nuestros anfitriones estaban hambrientos y dijeron que era lo más barato. Marina y yo nos limitamos a tomar un helado y los demás se cogieron un menú 2x1 o algo así. Por suerte, tenía una terraza por la parte de atrás, muy tranquila, donde un niño con los bigotes pintados y un gorrito disfrutaba jugando con la comida. Es extaño ver un McDonalls lleno de mujeres con pañuelos cubriendo la cabeza, señores con bigote, niños con levita...

Por la tarde visitamos la Mezquita Azul, que sinceramente, me impresionó muchísimo. Nos hicieron entrar por otra puerta, porque yo llevaba camiseta de tirantes. Por la "entrada de los turistas" nos descalzamos sobre una mullida alfombra, nos dieron bolsas para nuestas cosas, y a mí una tela azul para cubrirme los hombros. Dentro, la sensación es increíble, el suelo tan mullido te hacía sentir como flotando, y aunque la mezquita era altísima, las luces estaban a nuestra altura, como si estuviéramos en casa. En la zona reservada a los hombres que deseaban rezar, apenas se veían 10, arrodillados rezando. Un par de niñas jugaban en el centro, porque por lo visto los niños también tienen permiso para entrar. En otra zona, atrás, estaban las mujeres, también separadas. Me armé de valor y entré en esa zona. Mágico, sinceramente. Habría unas 10 mujeres, 3 o 4 rezando a la vez, otras 2 meditando o algo por el estilo, una señora mayor rezaba pero no arrodillada, sino en un taburete y se inclinaba, y otra leyendo arrodillada junto a la ventana, que la iluminaba como una escena mística. Otra se acercó a coger un libro de la librería y se puso a leer junto a ella. Me sentía como si estuviera profanando algo, así que me salí enseguida, mientras otra chica joven entraba. En ese pequeño espacio, sólo para mujeres, parecía que el mundo era otro, no se veía a los turistas ni se escuchaba alboroto.



La visita a la mezquita me dejó atontada buena parte de la tarde y no recuerdo muy bien a dónde fuimos. Creo que a las 5 cerraban todos los museos y que decidimos juntarnos con otros Erasmus de Tessaloniki que habíamos conocido en Topkapi. De camino íbamos a visitar la torre Galata Kulesi pero nos pareció excesivo pagar 5€ por subir en ascensor y fuimos directamente con los demás.

En una calle estrecha se juntaban las mesas de los garitos de ambos lados de la calle. Allí me tomé mi primer té turco, que luego descubrí que era del Día!! (sí, sí, del supermercado rojo con el símbolo % y que te hacen pagar las bolsas...) En fin, fue agradable de todas formas, estaba rico. Volvimos al hotel pasando por la calle Istiklal que viene siendo Príncipe (Vigo) o Portal de l'Àngel (Barcelona), lleno de tiendas caras y caras extrangeras. En esa zona, nos explicó Semih que había 5 iglesias y 1 mezquita, porque era la zona más guiri.

Por la noche volvimos a quedar para ir a una especie de pub de 5 pisos. En el ático era la música en directo y nos quedamos allí hasta casi la 1. Hacía muchísimo calor, poca luz, en la carta también había cubatas (recordad que en teoría para los musulmanes no está permitido beber alcohol) al precio español. Lo más destacable es que los turcos bailan, mucho y muy bien!! qué gustazo!! toda la noche bailando e intentando mover las manos con tanta gracia como las turcas. Nos lo pasamos muy bien.

Al día siguiente, todos nos habíamos olvidado de poner el despertador, así que nos levantamos justos para ir a Ayasofya, una antigua iglesia reconvertida a mezquita que hoy en día sólo es museo. Pero muy representativo de lo que creo que es Estambul: una mezcla de culturas que integra a todo el mundo y todas las religiones. La verdad es que en todo el tiempo que estuve en Estambul, me encontré muchas veces pensando que tenemos muchísimo que aprender de ellos sobre tolerancia, civismo, limpieza y no sé cuántas cosas más. Un poquito de vergüenza también por pertenecer a una comunidad llamada Europa que pide un precio excesivo para los turcos que quieren entrar, amén de todo lo que seguramente no conozco. Y también vergüenza por tod@s l@s compañer@s que en alguna ocasión se han metido con los turcos, o que les da asco comer un kebab o un döner diciendo que son unos guarros.


Por la tarde fuimos al mayor centro comercial de Europa y el segundo del mundo: Akmerkez. Ya sabeis que los centros comerciales no son mi predilección, y por muy grande que fuera, la verdad, preferiría estar en otro sitio.


Volvimos al hotel la mitad del camino en funicular y metro y la otra parte caminando. Es muy cómodo caminar por allí, las aceras son espaciosas y no tienen agujeros, como en Atenas. Estaba empezando a coger un resfriado y además lloviznaba. De hecho, me pasé la noche limpiándome los mocos.

El viernes por la mañana nos fuimos los 4 magníficos caminando bajo la misma lluvia hasta Fathii Camii, que al final vino siendo una pequeña iglesia con restos de mosaicos. A la vuelta mi cabeza ya no podía más y nos cogimos un bus. Dormí toda la tarde, mientras ellos visitaron el Gran Bazar.


Semih vino a buscarlos al hotel, así que me despertó y me acabé animando a ir con todos a probar la pipa de agua. Estuvimos con sus amigos y su hermano, calentitos y charlando. A mí la que más me gustó fue la de menta, que además me ayudó a desatascar, jejeje. Cuando salimos de allí ya era de noche y nos dirigimos a casa de los padres de Semih, en la zona asiática de la ciudad.


Me esperaba más contraste y la verdad es que era tan buena zona como las que habíamos visto hasta el momento. Al subir a la casa, vimos los zapatos de los vecinos en los descansillos, así que hicimos lo propio al llegar. Nos abrió su madre y saludamos como pudimos con un "Salam-malecúm" al que nos respondió con besos en las mejillas. La casa tenía 2 salones y no sé cuántas habitaciones, tampoco nos hicieron la ruta. Había 2 wc, uno con el retrete que todos conocemos y otro con el turco. Por lo demás, no se diferenciaba demasiado de la casa que podemos tener cualquiera de nuestros padres, sobre todo por la decoración.

Y empezamos a cenar!! Una sopita, ensalada variada, pollo guisado con patatas, arroz blanco con rollitos de carne rodeada de acelgas o algas y de postre una especie de caracolas de bizcocho dulce y té. Incluso nos sacamos unas fotos!! No podíamos hablar con los padres, porque no entendían el inglés y sobra decir que nosotros de turco... en fin. Pero con sus hijos de traductores, nos dijeron que yo parecía turca, que Marina parecía del mar Negro, Natalia de Afganistán y Markus... guapo. Al final no me querían dejar marchar, decían que tenían 3 hijos pero ninguna hija, que me quedara. La verdad es que la mujer se hacía querer!!


A la mañana siguiente teníamos que dejar el hotel y dejamos las mochilas en recepción. Luego fuimos al Grand Bazar, donde un vendedor nos lió hasta que consiguió venderme 2 faldas y 2 cinturones de esos de chapitas, cuando yo sólo quería una falda. Y a Natalia casi le vende la tienda.

Comimos yendo hacia el autobús, en unos barcos que estaban amarrados en el puerto y que freían pescadito. Luego fuimos juntos a una especie de monte donde nos llevó Semih con una especie de teleférico, sobrevolando un enorme cementerio. Desde lo alto se veía el mar Mármara y aunque estaba lloviendo todavía y todo se veía nublado, la verdad es que es muy chulo. Tomando un té en esas alturas nos pusimos a escribir postales y nos dio la hora de volver.


En el tren de vuelta nos quedamos fritos en seguida, a pesar de que el revisor parecía bastante a disgusto con nuestra presencia, no entendimos por qué. El tren seguía siendo mejor que el de Vigo-Barcelona, a pesar de que no era tan lujoso como el de Tessaloniki-Estambul. A eso de las 3a.m. pasamos la frontera turca y al llegar a la búlgara, no dejaron pasar a Marina. Resulta que a pesar de ser estudiante alemana y tener un permiso especial para toda Europa, con el pasaporte ucraniano necesitaba un visado, además de pagar 60€. Así que la hicieron bajar del tren y nos fuimos con ella.

La policía le explicó (en ruso) que aunque Bulgaria pertenezca a la UE, no entra dentro del tratado de no-se-qué, por lo que no puede entrar sin ese visado. Nos llevaron en un todoterreno a la frontera de la carretera y después de enseñar el pasaporte como unas 8 veces en diferentes puestos, entramos de nuevo en Turquía. Un policía nos ayudó a regatear con un taxista hasta llegar al primer pueblo. En el camino, se me abrió un yogurt que llevaba en la mochila y toda mi ropa se echó a perder (hay que ver lo que dan de sí 100ml de yogurt...). En ese pueblo el taxista nos ayudó a coger un autobús hasta el pueblo con tren más cercano. La estación estaba a las afueras, así que paramos en el pueblo para tomar algo. En el bar en el que entramos, Marina, Natalia y yo éramos transparentes para el dueño, que sólo hablaba y se dirigía a Markus. Supongo que esta es la verdadera Turquía y que Estambul es la única excepción. Me estaba meando y sólo había urinario de caballeros, así que me tocó volver a la estación de buses...

Resumiendo un poco, nos tocó esperar también en la estación de tren unas 3 o 4h, no lo sé porque tenía la cabeza bastante atolondrada entre el frío, la incomodidad y el cabreo del yogurt. Conseguí dormir en un banco con el saco de dormir, pero no me entraban en calor los pies. Así que Marina me obligó a levantarme y empezamos a hacer tonterías: saltando, cantando, corriendo en círculos... los que nos vieron por las ventanas debieron pensar "Estos europeos están locos", pero por lo menos entramos en calor y el tiempo pasó más deprisa. Ya en el tren, empecé el libro que me trajo mi padre: "Al filo de la navaja", por el que creo que también estoy escribiendo en plan remilgado (todo se pega...). Tuvimos que bajar del tren en no recuerdo qué estación porque las vías estaban en reconstrucción. Todos éramos extranjeros,
jóvenes, supongo que los otros iban de interrail. Nos llevaron más de 2h en un autobús pasando por carreteras secundarias no, terciarias por lo menos. Y por fin cogimos el tren a Thessaloniki, donde todo el mundo se quedó frito menos yo, que seguía con el libro a vueltas. De Thessaloniki a Atenas tuvimos el tiempo justo de despedirnos de Natalia y Markus, que se volvían a Ioannina en bus, y nos metimos inmediatamente en la cama.

Nos despertó un hombre a gritos, hablando en griego. Preguntamos si era Atenas y como dijo que no, me disponía a seguir durmiendo. Pero vino una mujer y nos explicó despacito en griego que habíamos pasado Atenas: estábamos en el "dormitorio" de trenes!! El revisor no nos había devuelto el tiket y nuestras compañeras de vagón no se molestaron en despertarnos (quizás lo intentaros y estábamos demasiado dormidas??).

Total que en media hora más llegamos a Atenas, que está completamente vacía, todo cerrado, apenas coches, apacible y serena. Estamos en la Pascua griega y la gente parece que se haya metido en un huevo de pascua o algo así, porque no se ve un alma. Incluso la residencia descansa!! Así que me dispongo a lo mismo. Buenas noches!!