6/5/08

Peloponeso II

Despues de descansar 3 días y enterarnos de que con pasaporte ucraniano hace falta visado también para macedonia, los planes fueron evidentemente viajar por Grecia.

Para ahorrarme detalles al respecto cada 2x3, aclaro ya que sólo gastamos 2'50€ en transporte, 11€ en alojamiento, 2€ en la entrada a un museo, 6€ en el supermercado y 5€ entre pitas y helados.

Llegamos en tren a Corinto y nos tocó caminar casi una hora, cuando un vendedor de aceitunas nos recogió y nos dejó a la puerta del recinto arqueológico de la Antigua Corinto. Llamó a su jefe y me puso al teléfono con él, que me acabó diciendo que llamáramos a su subordinado al terminar nuestra visita para que nos acercara hasta Naflio... Tengo su tarjeta por ahi.

La Antigua Corinto está un poco... antigua (perdón por el chiste fácil). Es muy grande y se superponen los restos de 3 épocas: clásica, helenística y romana. Como anécdotas, está la fuente de Pirene, que dice la leyenda que no paraba de llorar por la muerte de su hijo, por lo que los Dioses decidieron no desperdiciar esa agua y la convirtieron en fuente. En un "edificio" se veían los restos de unos w.c. de la época: una piedra larga con agujeros a distancias regulares. Por último, parece ser que estuvo el Apóstol Pedro durante 18 meses intentando convertir a aquellas gentes, y desesperado por lo visto porque no era capaz de que ciertas señoritas dedicadas a Afrodita dejaran de dedicarse también a los hombres terrenales. Desde el recinto se veía Acrocorinto (donde estaba el templo de Afrodita), en lo alto de una montaña, pero con el calor que hacía nos dio vagancia subir.

Volvíamos caminando con un calor agobiante y vimos una carretera que parecía ir derechita al mar, así que decidimos pasar la tarde de relax en la playa. Nos recogió una pareja de ERASMUS!! que eran pareja desde que se conocieron en Bélgica 8 años atrás, en ese programa. Al final, ellos también se vieron tentados y se quedaron a pegarse un chapuzón. Nos volvimos juntos a la carretera principal y allí nos cogió un señor mayor, muy amable, que nos llevó hasta la actual Corinto. Allí un chaval que no entendía ni papa de inglés, nos entendió al revés y nos llevó a la estación de trenes, que está bastante lejos del pueblo. Y un grupo de jóvenes nos acabaron llevando hasta la de autobuses (éramos 6 en el coche...).

De Corinto a Micenas es apenas media hora, pero el autobús deja en un cruce de caminos que no es Micenas ni es nada. Era ya de noche y caminamos hasta la entrada de Micenas, donde los dueños de un cámping nos dejaron que pasáramos la noche en cualquier rincón que encontráramos. Y encontramos un colchón nuevo!!

Por la mañana vimos la tumba de Agamenón y la Antigua Micenas, que también están alejadas unos 2km. De Micenas me llamó la atención un acuífero más que la famosa Puerta de los Leones. El acuífero se adentraba en la roca, con un montón de escaleras. Estaba lleno de turistas con teléfonos móviles y cámaras de fotos intentando usar los flashes para iluminar el camino. Marina estaba nerviosa y asustada y no llegamos al final.

De vuelta a la actual Micenas, nos cogió un repartidor de pan que tenía que ir a Argos, pero se desvió y nos dejó en Tirinto. Hablaba ruso, así que mantuvo una animada charla con Marina todo el camino, explicándole cosas de aquí y de allá. Yo, casi me duermo.

Según la guía, Tirinto mostraba un desarrollo de la arquitectura micénica superior a la de la mismísima Micenas. La verdad es que los muros eran altos y de piedras impresionantes. Pero con lo poco que sabemos nosotras de arquitectura, historia y demás, sólo disfrutamos de un bonito paisaje de espacios delimitados por piedras y salpicados de amapolas y florecillas silvestres. Y creo que fue ahí donde empecé a estornudar y sonarme los mocos sin parar.

Caminando hacia Naflio, paró una pareja de franceses que estaban haciendo una ruta similar a la nuestra, pero con coche de alquiler. Hasta nos ofrecieron ir a Epidauro con ellos, pero preferimos pasar el resto del día ahí. De hecho, poco después de comer nos fuimos directamente a la playa.

Por la tarde encontramos el albergue y visitamos el Museo del Comboloi. Comboloi viene siendo un rosario, los griegos son los únicos que no lo utilizan con fines religiosos, sino como pasatiempo o para calmar los nervios. Los hay de infinidad de colores y diferente número de abalorios. Los más apreciados son los de ámbar por el sonido que producen al chocar.

Por la mañana subimos los 890 escalones que suben a Palamidi (sí, los conté, porque se decían que eran 999) y nos esperaba un recinto enorme de construcción veneciana. Nunca había visto un edificio veneciano, así que el revoltijo de escaleras y arcos me hicieron recordar "El Aleph" de Borges y los grabados surrealistas. Tenía también un minúsculo calabozo donde estuvo un héroe griego encerrado por traición. Desde la muralla también se veía otra fortificación más baja, llamada Acronaflio y otra en un islote. Sin embargo, la de Acronaflio nos defraudó un poco, sólo era una carretera con muros a los lados, viejos, pero muros.

Encontramos el Museo Folklórico del Peloponeso, con trajes típicos y esas cosas. Personalmente, me interesaron más los maniquís, personajes sin rostro, que en la cartela decían que era Fulanita y Menganito, con sus trajes de no se qué. Otra curiosidad es que ponían en las ventanas de las casas una especie de bolas de navidad, blancas y azules, para ahuyentar las malas influencias o algo así. Había arcones como los del "sobrao" de la casa de mi Abuela, en Miguelañez (Segovia).

Después de estar un rato en la playa, con el día un poco más revuelto, nos volvimos a echar a los caminos. Un chaval albanés nos llevó hasta Argos y de allí tuvimos que caminar un buen rato hasta que nos cogió un señor que nos dejó en la mismísima estación de trenes de Corinto. Y de ahí a casita!! Me acabé "La clave Gaudí", que una Reina Maga me había regalado estas Navidades.

Ahora, a por la exposición y las notas!!

No hay comentarios: